Felipe Santiago Salaverry, fue el general más joven del Perú e igualmente el presidente más joven.
A los 28 años llega a general. Presidente del Perú de 1835 a 1836.
Fusilado a los 29 años en el Departamento de Arequipa, durante la guerra por la Confederación Perú – Boliviana liderada por Santa Cruz.
Arequipa, tierra donde se disparaba un tiro y la gente no preguntaba quien lo hizo, sino por quien iban a pelear.
Salaverry con 14 años, se presenta de voluntario al Cuartel del Libertador San Martín, iniciando así su ascendente carrera militar y participando en todas las batallas de la Independencia y luego en la lucha de los caudillos.
Una de sus anécdotas es del capitán Paiva, -compañero de estudios de Salaverry- que junto con otros oficiales habían ascendido, mas Paiva se había quedado de capitán por ser un poco lento (torpe).
Cuando llega a general, Salaverry tenía un peluquero faltoso, así que para darle una lección, ordena al capitán Paiva: “Me lo llevas y lo fusilas a dos luces”.
Paiva a la hora regresa, “cumplida la orden mi general, pobre muchacho, no salía de su asombro cuando lo fusilamos”.
¿Qué has hecho Paiva?, dos luces significa al amanecer.
No general, usted me indicó dos luces, así que puse al muchacho entre dos faroles y lo fusilé.
Paiva había cumplido la orden “al pie de la letra”.
Otra fue que un contratista debía dinero al Gobierno, Salaverry: “Paiva, vas a su casa y me la allanas”.
Paiva a las dos horas regresa. Listo mi general, la casa está tan llana como la palma de mi mano.
El capitán Paiva había demolido toda la casa.
A partir de ahí Salaverry ya no le dio órdenes, hasta que en una proximidad de una batalla con los bolivianos, se necesitaba un grupo explorador, para traer prisioneros, Paiva se presenta de voluntario, Salaverry no quiere, el capitán Paiva insiste e insiste.
Salaverry: “Anda y hazte matar”.
A las dos horas Paiva regresa con su destacamento, trae un prisionero boliviano, lo entrega al general Salaverry y cae de su caballo, tenía tres balazos en el cuerpo.
Salaverry derrama una lágrima y exclama: “Cholo recio”.
El general Salaverry, pese a su habilidad de estratega, no pudo contener el Ejército de Santa Cruz y en 1836 en Arequipa junto con sus oficiales es fusilado.
El pelotón hace la descarga de fusilería, caen todos, menos Salaverry, quien levanta la mano indicando: “la ley me ampara” ( en efecto se había cumplido la orden de fusilarlo y no se puede fusilar dos veces a la misma persona).
Mas el pelotón vuelve a cargar y lo vuelven a fusilar.
En su memoria, una de las avenidas principales de la capital del Perú, lleva su nombre.