De talla esbelta, diestra con la espada y en el manejo de la pistola, amante del Libertador Bolívar, así era la presidenta más conocida como “La Mariscala”, doña Francisca Zubiaga.

De padre español y madre cuzqueña, siendo joven conoció al comandante Agustín Gamarra, con el cual tenía una diferencia de 20 años, mas se casaron; Gamarra llegaría a ser mariscal, de ahí el apelativo a su esposa, además de vestir uniforme de húsar.

Gamarra llega a ser prefecto del Cuzco, cuando salía de la ciudad, La Mariscala se quedaba a cargo y debeló motines militares.

Los historiadores dejaron una frase: “Esa mujer fue mucho hombre”.

Una mujer extraordinaria, hoy se llamaría una mujer con temple.

En 1825 el Libertador del Perú, Simón Bolívar llega al Cuzco (ombligo del mundo en quechua), la Mariscala es la encargada de ponerle una corona de oro, Bolívar cautivado por su belleza se la saca y se la coloca a ella, de ahí pasó a ser su amante.

Agustín Gamarra llega a ser presidente del Perú y se está en guerra con Bolivia, donde la Mariscala participa en combate.

La guerra se torna en contra de la pareja, y tiene que huir al sur donde muere en el trayecto.

En cuanto a su pareja, Agustín Gamarra muere en la Batalla de Ingavi en Bolivia en 1841. Dándose cuenta que la batalla está perdida Gamarra deja su frase: “Aquí es necesario morir”.