“El que va a La Habana, el calor de una mujer le llama”. Es la tradición a muchos de quienes llegan a La Habana, capital de Cuba, llamada antes “la Isla Juana”, nombre puesto por Cristóbal Colón en homenaje a Juan, el segundo de los cinco hijos que tuvieron los Reyes Católicos: Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.
Su bandera significa: El azul de su cielo y mar, el blanco de la paz, el rojo de la sangre de sus héroes y la estrella de la isla solitaria.
Tuve ocasión que me enviaran tres veces, cuando para muchos, estaba prohibido ir al primer país comunista de Latinoamérica.
La libertad ha tenido un precio muy alto, mas al pueblo les han dado algunas cosas como: buena educación y buena salud.
Tienen tarjetas de racionamiento para alimentarse cada mes y los que tienen dólares van a las “diplotiendas”, que antes eran solo para los diplomáticos, donde pueden adquirir variedades.
Es un pueblo con mucha actitud, que es una pequeña cosa que hace una gran diferencia.
Una vez estábamos en unas aguas térmicas, las señoras cubanas expresaron: “Después de esto chico, LPV (Lista para la victoria)”.
La Bodeguita del Medio, el bar más famoso de Cuba, donde se prueba su trago bandera, el Mojito y no hay sitio para escribir en sus paredes.
El Bar Floridita, donde probé un cerdo asado en su jugo, fabuloso.
La casa de la música, donde tocan un swing para sentirlo y bailarlo.
El malecón de La Habana, uno de los más grandes, donde junto a un torreón nos dieron una recepción, con una orquesta de veteranos, que nos tocaron “La Flor de la Canela” (1950).
La Revolución cerró muchas Iglesias, mas en el torreón más alto de La Habana, donde se contempla toda la ciudad, el mar y su cielo azul, uno de los lugares más custodiados, ese día en la arena con piedras, habían puesto: “Cristo vive”.
Desde que llegas a La Habana eres vigilado por el taxista, el portero, el botones, el guía, los cuales indicaban: no me pregunten donde vive Fidel, nadie lo sabe.
Fidel Castro, el líder de la revolución que se salvó de incontables atentados; el más cerca que estuvo fue en una conferencia de prensa, donde uno de los periodistas tenía una cámara con pequeños dardos con veneno lento. Su anillo de seguridad lo detecta a tiempo: Sal tranquilo chico y no hagas bulla.
Hasta siempre, Comandante.