Secó sus manos en su pantalón, agarró la pelota haciendo un tiro rasante sobre la net, y con efecto, que no pudo contestar su rival australiano, ganando la Copa Davis 1958 para los americanos, y terminando con un mítico jugador australiano y la hegemonía que tenía dicho país en el campeonato más importante del tenis.

Alejandro Olmedo, Alejo, Alex o más conocido como “El Cacique”, tenista peruano que llegó a ser el número uno, en los Estados Unidos y el segundo en el mundo en 1959.

El tenis, el deporte blanco, cuyo origen es del siglo XVIII y lo practican las clases altas.

En el ejército, es a partir del rango de comandante que uno se viste de blanco y practica con la raqueta, “nos aburguesamos”, como indican los veteranos.

Olmedo nació en el departamento más grande del sur del Perú, en Arequipa. Su padre era entrenador en el Club Internacional de Tenis, donde su hijo Alejandro era recogebolas, toda la clase alta de la ciudad del Misti iba a practicar, Alejandro, cuando no tenían pareja de juego participaba como un sparring, aprendiendo de cada jugador.

Su talla de 1.79 haría de él hoy un cholo power. Sus habilidades pronto son notadas y es enviado a Lima, la capital del Perú, donde estudia su secundaria en el Colegio Santo Tomas de Aquino y el Club Lawn Tenis de la Exposición le da alojamiento; su colegio está en la primera cuadra del Centro Histórico de Lima, avanzando por las Avenidas Tacna y Wilson, llegas al Club de Tenis, que está a una cuadra de la Avenida Arequipa, nombre de la tierra del reconocido tenista.

Sus cualidades son notadas y le permite obtener una beca de la Universidad del Sur de California.

El viaje no fue fácil, dado que tuvo que hacerse una colecta, a los 18 años viaja, 20 días por barco Lima – La Habana, La Habana – Miami por avión y por bus Miami – Los Angeles.

En EE.UU. como todo inmigrante tuvo que trabajar en todo lo que pudo, hasta que se consolida como deportista en la universidad.

A los 22 años gana la Copa Davis, lo cual consiguió en 82 juegos, el más largo hasta la fecha.

Se retira en su apogeo y se vuelve entrenador a partir de la década del 60, teniendo como alumnos a Raquel Welch y a Ronald Reagan.