Se sacaron del pecho sus medallas y las arrojaron a los pies de la princesa inca, cuando terminó de cantar en el Teatro Bolshoi, aquellos veteranos de guerra, soldados rusos partícipes de muchas batallas, quedaron asombrados de aquel canto de la soprano peruana Yma Sumac.

A los 12 años empezó su carrera artística, de niña practicaba su canto con los pájaros en la campiña de Cajamarca, departamento donde fue tomado prisionero el último inca Atahualpa, del cual era descendiente.

Yma Sumac en quechua (idioma de los incas) significa Linda Flor.

Fue la primera soprano en alcanzar los cinco octavos (lo normal es llegar a los tres octavos).

En 1946 -con la fama alcanzada- se muda a los Estados Unidos. En 1954 con Charlton Heston participa de la película “El Secreto de los Incas”.

Es en la década del 50 que la invitan a República Dominicana, donde en una reunión diplomática, su belleza exótica atrae al dictador Trujillo, conocido como El Chivo, amo y señor de dicho país, debiendo intervenir un embajador para evitar que la tome.

La primera latinoamericana y única peruana que tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Holywood.

El líder ruso Nikita Kruschev la invita a Rusia por dos semanas y se quedó seis meses, recorriendo diversas ciudades. Es en uno de dichos eventos ante un público multitudinario, que un joven oficial en primera fila se para y la aplaude, motivando que el público se ponga de pie y la aplaude. Aquel oficial que sonreía como un niño emocionado ante aquella voz maravillosa era Yuri Gagarin.

Una voz única que basó su canto en la música incaica.

La única verdadera diva peruana.