¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
¡Ni los buenos eran tan buenos! ¡Ni los malos eran tan malos!
No basta con el valor y el heroísmo para ganar una guerra. Es necesario contar con orden, disciplina y logística.
Mucho se ha escrito sobre la Guerra Civil Española, 1936-1939.
Debéis ubicaros en el tiempo, espacio, e historia. En la década de los 30 en Europa, corrían los nazis con sus camisas pardas, los fascistas con sus camisas negras, y en España se había creado la Falange con sus camisas azules.
Entonces, en una democracia, por votación, en España gana el Frente Popular, que era una alianza de republicanos, demócratas, comunistas, socialistas y anarquistas. Una mezcla, lo llamaríamos hoy.
El problema fue que intentaron hacer cambios radicales, como los que se aplicaron en otros países con revoluciones. Pero cuando planearon reformar las Fuerzas Armadas, tocaron carne.
Los llamaron los “africanistas”, oficiales que por méritos de guerra habían ascendido: José Sanjurjo, Miguel Cabanellas Ferrer, Gonzalo Queipo de Llano, José Millán Astray, Francisco Franco, Manuel Goded Llopis, José Enrique Varela, Juan Yagüe. Eso marcaba una gran diferencia en ellos; sus ascensos eran por lo que hoy llamaríamos “acción distinguida”, mientras que los otros oficiales de la Península ascendían por antigüedad, porque les tocaba el ascenso.
El gobierno republicano en julio de 1936 tenía conocimiento de la conspiración. El “ruido de sables” era notorio y se había detectado a 500 involucrados, pero además de rotar a los oficiales, no se tomaron medidas concretas. Toda rebelión o revolución necesita líderes. Cortad la cabeza del dragón y todo su cuerpo se desmoronará (adagio chino). Por ejemplo, los podrían haber designado en países lejanos como agregados militares, en Rusia, China, México, donde estarían totalmente neutralizados.
En España, el verano es de junio a septiembre, así que la fecha decidida por los sublevados es el sábado 18 de julio de 1936. La administración pública no trabaja, gran parte de la gente goza de su fin de semana, y hay relajación en todas partes, lo cual permite un desplazamiento más fácil para una rebelión.
El General Franco, faltando pocos días, se unió a la rebelión, lo cual sacaba de sus casillas al Director, como llamaban al General Emilio Mola. El detalle es que, mientras todos se jugaban la cabeza al levantarse en sus cuarteles, Franco actuó política y militarmente, al asegurarse la plaza fuerte del Marruecos español, con la mejor guarnición de España. Allí estaban los legionarios y los regulares, como llamaban a las tropas marroquíes que servían al ejército español, tropas curtidas y con experiencia de combate, algo elemental y básico en las batallas que se avecinaban. Además, Franco tenía un plan de fuga en caso de que la rebelión fracasara, y había asegurado a su familia en un punto de Francia.
La distancia entre las Islas Canarias y Ceuta (cuna de la Legión) es de 1,626 km. La distancia entre Mallorca (donde estaba el General Goded) y Ceuta es de 812 km. Goded podía salir de su base sin levantar sospechas. Goded, uno de los oficiales más destacados y preparados, en un plan B, podía encabezar la rebelión con las tropas de África. Goded era uno de los pocos que podía competir con Franco en prestigio. Pero al aceptar Franco, a Goded le encargan la plaza fuerte de Barcelona, prácticamente un suicidio, dado que era la zona donde había más sindicalistas, que controlaban la ciudad. Aun así, el General Goded, como militar, fue a su misión. Fracasó y lo fusilaron tres días después del levantamiento.
El Director había planificado cada plaza que los africanistas tomarían para conseguir un golpe rápido y la asunción del poder, pero las cosas no salieron como lo planearon. Las plazas principales se mantuvieron leales a la República, lo que implicaba una guerra larga.
El 60% del ejército se plegó a la sublevación; la oficialidad de la Marina y de la Fuerza Aérea también se unió con parte de sus tropas. Esto quiere decir que ese sábado 18 de julio de 1936, el Gobierno de la República no solo se encontraba con el 40% del ejército restante, sino que tampoco podía confiar en los que quedaban. En cuanto a la Guardia Civil, hubo una división 50/50: en las grandes ciudades se mantuvieron leales a la República, pero en provincias y en el norte de España se pasaron al bando sublevado.
Para que se den cuenta de la situación crítica en la que se encontraban, en medio de una de las batallas más duras en el sur de España, los republicanos pidieron refuerzos. Acudieron milicianos y guardias civiles de otra ciudad, pero a mitad de camino, los guardias cambiaron de bando y acabaron con los refuerzos que se dirigían al frente.
Igualmente, en Ceuta, donde se concentraban las tropas de Franco, el bloqueo que se les impuso funcionó porque gran parte de la marinería estaba con la República. Se enviaron dos destructores para que bombardearan los cuarteles de los rebeldes y así, tal vez, Franco habría muerto. ¿Pero qué pasó? Al estar frente a las costas africanas, las dos embarcaciones se plegaron a los sublevados.
Tomó 10 días para que las tropas de Marruecos, con los aviones de Hitler, pudieran cruzar a la península, trasladando a 11,000 soldados equipados. ¿Por qué la República no envió un avión para derribarlos? Porque los aviadores rebeldes, antes de unirse a la sublevación, habían inutilizado los aviones restantes, y aunque se hubiera habilitado uno de guerra, la República no contaba con pilotos. A grandes males, grandes remedios: en estado de guerra, la República debería haber buscado pilotos civiles con experiencia para que realizaran los citados ataques, que habrían sido demoledores.
El General Mola, en el norte, tenía como aliados a los carlistas con sus requetés, cuyo lema era “Dios, Patria, Rey.” Eran paramilitares con uniformes y boinas rojas, además de contar con oficiales de otras guarniciones, como se describirá más adelante. En el norte de España, si bien había autoridades republicanas, gran parte de la población era profundamente religiosa, lo que identificaba a los carlistas, quienes tomaron la guerra como una cruzada. Además, durante la República, se habían producido incendios y saqueos en diversas iglesias, algo inconcebible en un estado democrático.
Una dama de la alta sociedad expresó una frase profética: “Aquí, en el norte de España, hasta las piedras son nacionales.”
Así, el bando sublevado, rebelde, e insurgente optó por llamarse El Bando Nacional.
SUBLEVACION
El viernes 17 de julio de 1936, el Teniente Coronel (Comandante) Juan Yagüe toma el control del Marruecos español e informa a Franco que el camino está libre. Franco llega el sábado 18 de julio en el Dragon Rapide, pero no aterriza en el lugar indicado. Primero sobrevuela la zona y ordena al piloto esperar. Solo cuando ve los uniformes de los legionarios decide aterrizar. Luego realiza una acción que le da notoriedad: emite un comunicado y anuncia por radio el inicio de la sublevación.
El General Emilio Mola se subleva en Pamplona.
El General Andrés Saliquet Zumeta se subleva en Valladolid.
El General Miguel Cabanellas Ferrer se subleva en Aragón (su capital, Zaragoza).
El Coronel Antonio Aranda Mata se subleva en Oviedo.
El General Manuel Goded Llopis se subleva en las Islas Baleares, toma Mallorca e Ibiza, y en hidroavión llega a Barcelona, donde fracasa y es fusilado.
El General Joaquín Fanjul Goñi intenta tomar Madrid, donde es herido y posteriormente fusilado.
El General Queipo de Llano se subleva en Sevilla. Inicia su rebelión con 200 soldados, y lo primero que ordena es el control de la armería, donde había 15,000 fusiles y todo el parque de municiones. Luego consigue que los oficiales indecisos se unan a su bando. Ese día en Sevilla, conocida como “la roja”, la mayor parte de la población estaba concentrada en saquear y quemar iglesias. Si se hubieran dirigido a sofocar a los pocos hombres que tenía Queipo de Llano en la capital, ya no habría contado con ellos.
¡Qué tiempos tan difíciles para un militar que había jurado lealtad a la bandera y tenía fe religiosa, católica, decidir en qué bando quedarse! En esos momentos, resuenan las palabras de un veterano: “Haz lo que te dicte tu conciencia.”
SITUACION A JULIO DE 1936
Tras la muerte de su líder, el General Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 se constituye la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general más antiguo, es decir, el General Cabanellas.
En el norte de España, bajo control del bando sublevado, estaban Pamplona, Burgos, León, y Orense, con un foco rebelde en Oviedo.
Resisten: Santander, Bilbao, San Sebastián.
En el sur de España: el protectorado de Marruecos y Cádiz bajo control del bando sublevado.
Focos rebeldes en Sevilla, Córdoba, y Granada.
Para marzo de 1937, los sublevados controlaban toda la frontera con Portugal, mientras que al norte, Bilbao resistía.
En diciembre de 1937, todo el norte de España estaba controlado por los sublevados.
En abril de 1938, los sublevados lograron un corredor y alcanzaron el Mediterráneo, cortando la conexión entre Valencia y Barcelona. Los primeros en llegar al mar fueron los Requetés, completamente uniformados.
En febrero de 1939 cayó Barcelona, quedando Madrid y Valencia, pero el Ejército Republicano ya se desmoronaba.
PREVIAS AL GENERAL DE GENERALES
El General Mola había logrado controlar gran parte del norte de España, pero se había detenido; varias localidades, a pesar de contar con milicianos, ofrecían una férrea resistencia y se estaban quedando sin municiones, las cuales solo podían llegar por barco.
En cambio, Franco, con su segundo, Yagüe, cosechaba triunfos tras triunfos, avanzando como una marea por el sur de España. Además, contaba con una ventaja: la frontera con Portugal, donde existía la dictadura de Salazar, que le suministraba todo tipo de abastecimientos, incluso voluntarios con entrenamiento militar, conocidos como los Viriatos.
Hitler había amenazado que si no se nombraba a un jefe único, no proporcionarían más suministros.
El 21 de septiembre de 1936, se reúnen en Salamanca los altos oficiales sublevados. Prácticamente, solo quedaban dos candidatos, dado que algunos eran republicanos, otros no tenían muchos méritos de combate, y Mola no podía aspirar al puesto debido a su rango, ya que era General de Brigada. Al General Cabanellas, por antigüedad, le correspondía el mando, pero Franco tenía el mérito de ser uno de los héroes de la Guerra del Rif. Además, el General Goded, que hubiera sido una tercera alternativa, ya no estaba.
Así, se nombra al General Franco como Jefe Único de las Fuerzas Armadas sublevadas.
Todos esperaban la orden de tomar Madrid. Sin embargo, Franco tomó una decisión tanto política como militar en su nuevo cargo de mando.
No podía arriesgarse a un fracaso tan pronto; tampoco podía arriesgar a sus tropas de legionarios y regulares en una batalla que posiblemente terminaría luchándose calle por calle y casa por casa. Contaba con 20,000 hombres frente a los 30,000 defensores de Madrid, que ya disponían del tanque T-26, que resultó ser el mejor de aquella contienda.
Si perdía esa batalla, perdería a las tropas africanistas, que le eran fieles. Por lo tanto, cualquier otro general que tuviera a sus tropas intactas podría pedir una nueva junta para plantear un nuevo Jefe.
Así que el General Franco optó por lo seguro: liberar el Alcázar de Toledo, cuyos defensores resistían desde el 19 de julio de 1936. La citada defensa se había vuelto épica. El Comandante Yagüe se opuso a esta decisión y fue reemplazado por el General Varela.
El 27 de septiembre, el General Varela liberó el Alcázar de Toledo.
Ante este triunfo, el 28 de septiembre de 1936, Franco fue nombrado Jefe de Estado. Ahora poseía ambos poderes: el militar y el político.
El 28 de septiembre, Franco visitó el Alcázar de Toledo. El General Varela lo recibió con una camisa clara y guantes blancos, que, en términos castrenses, simbolizan firmeza y obediencia. Si observáis las fotos de ese momento histórico, podréis notarlo.
El General Franco exclamó con toda razón: “Hoy es el día más feliz de mi vida. Hemos ganado la guerra.”
El 1 de octubre de 1936, en Burgos, durante una ceremonia pública, Franco fue investido con sus nuevos poderes. Por ello, ese día se denominó “Día del Caudillo”. Franco eligió la ciudad de Burgos como la capital del Bando Nacional, como empezaron a llamarse. Esto se debe a que en la Catedral de Burgos están enterrados los restos del Cid Campeador, una figura legendaria de la Reconquista de España.
EL SITIO DE MADRID
Ante la gravedad de la sublevación y la falta de un ejército formal, el Gobierno decidió repartir armas entre los ciudadanos.
La población armada se denominaba “milicianos”, y expresaban con orgullo: “Soldados nunca, milicianos siempre.”
Un miliciano puede ser eficaz en una guerra de guerrillas o en combates urbanos, pero en una guerra abierta, sin orden ni disciplina, esto representa un desgaste de personal.
Debido a la situación, el Gobierno se trasladó a Valencia, pero antes nombró al General Miaja como Jefe de la Plaza de Madrid, contando con el Comandante Vicente Rojo como operativo.
“Encontré soldados con fusiles pero sin municiones, y soldados con municiones pero sin fusiles” (Vicente Rojo). En esa situación tan difícil, Rojo demostró su pericia y estrategia al formar Brigadas Mixtas, combinando soldados con irregulares (milicianos), y estableció jerarquías, porque un ejército sin jerarquías no es un ejército.
“Toda batalla puede ser bien planificada y ejecutada, pero siempre hay un factor suerte que aparece.” – Napoleón Bonaparte
Y suerte tuvo Vicente Rojo, cuando de un tanque rebelde destruido encontraron los planos del ataque a la capital que había preparado el General Varela. Esto le permitió desplegar a sus hombres en los puestos clave, fortaleciendo la defensa.
Además, en esas fechas llegaron a la capital de España las Brigadas Internacionales, que formaron batallones exclusivamente integrados por extranjeros, muchos de ellos con experiencia de combate, lo que les daba una ventaja sobre los otros combatientes.
Fracasando los rebeldes en la toma de Madrid, ante tal hazaña, el Gobierno Republicano nombra a Vicente Rojo como Coronel.
LOS AFRICANISTAS
Al parecer, el destino favoreció a Franco después de la Guerra Civil, ya que, mientras sus compañeros de armas fallecían con el paso del tiempo, él permaneció en el poder hasta la década de los 70.
- General Miguel Cabanellas, a quien Franco, tan pronto como tuvo el poder, le quitó el mando de tropas, falleció en 1938.
- General Luis Orgaz Yoldi, Jefe de las Canarias, donde se encontraba Franco antes de la rebelión, murió en 1946.
- General Gonzalo Queipo de Llano, quien tomó Sevilla, falleció en 1951.
- General José Enrique Varela, quien liberó el Alcázar de Toledo, murió en 1951.
- Comandante Juan Yagüe, Jefe de los Legionarios y miembro de la Falange, uno de los pocos oficiales que usaba la camisa azul, falleció en 1952.
- General José Millán Astray, creador de la Legión, falleció en 1953.
- General Andrés Saliquet Zumeta, quien tomó Valladolid, falleció en 1959.
Y los jefes republicanos y las batallas… eso, eso es otra historia.