26 de Julio de 1953, el asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, al sur de La Habana.
135 guerrilleros al mando de 3 comandantes, entre ellos Fidel Castro, no pudieron tomarlo; más con dicho acto se inicia la revolución cubana contra aquel sargento que llegó a ser Presidente, llamado Fulgencio Batista.
Fidel Castro ya venía de atrás revolucionario, se le había procesado, donde se hace famoso con su frase ante los jueces: “Uds. podrán condenarme, mas la historia me absolverá”. Hay hombres predestinados, dado que se salvo por un pelo en una batida que es capturado y el oficial al mando le apunta con su pistola: “Podrás matarme a mí más no a mis ideas”. El oficial duda y no dispara.
Volviendo al Cuartel Moncada, no participan en dicha intervención dos jefes que serían tan famosos como Fidel, Ernesto Che Guevara, el hombre de la boina negra con una estrella y Camilo Cienfuegos, el hombre del sombrero alón.
Una frase del Che entre otro espacio del tiempo vendría para ese momento, en que los rebeldes son pocos, tienen que huir y están desmoralizados: “Basta cinco revolucionarios, para hacer una Revolución”.
Camilo -el sastre que llega a ser comandante-, el señor de la vanguardia. Hay dos fotos que lo consagran antes y con el triunfo de la revolución: En la toma de Palacio de Gobierno, hablando por teléfono y pisando un cuadro al óleo de una dama e interrogando a un prisionero con una pistola Luger. La citada pistola alemana no está en el Museo de la Revolución de La Habana; como diría la veterana doña Milú: “Misterio”.
Camilo era un líder nato, muy querido por el pueblo, con el triunfo de la Revolución, Fidel le encarga debelar un motín al sur de La Habana, donde desaparece, más eso…eso es otra historia.