RR envejece pues, le habían comentado sus promocionales al general Rujel Rumrill (RR), él solo sonrió, recordaba las palabras de su abuelo: “Nosotros no envejecemos”.

Sabía que era la última reunión con aquellos que habían compartido su vida de cadetes. Aquellas épocas que los despertaban a correazos. Donde el teniente instructor con su voz vozarrón indicaba: “Yo soy el que manda cuando Dios está dormido”.

Su paso por la Escuela de Comandos, donde aprendió que un soldado no busca recompensa y que era un soldado a nivel superior.

Rusia donde le enseñaron el tiro instintivo, la camaradería, las ganas que tuvo de bailar el Kasacho, mas solo el piurano Sarango pudo hacerlo. La espectacular acrobacia que hicieron sus instructores rusos, que finalizaron uniéndose en el aire con las manos para hacer un giro de 360 grados.

De ahí le quedó el gusto por el vodka, que lo tomaba a la manera rusa con vaso que sacas de la refrigeradora.

El curso con varios oficiales latinoamericanos, donde el general Fun les pasó revista y se detuvo ante él, sus ojos rasgados le había llamado la atención, luego de escanearlo con sus ojos orientales, el general agarró su brichete: Run…Run…Lee

A partir de ahí para el general al gusto americano fue Run Lee.

Su asistente era el oficial Jack, que era comando y hablaba español: “Contigo seré más exigente”.

Nos daban un desayuno montañés (contundente). Es hora del espectáculo, indicaban, querían decir: “es hora de la acción”.

Después acá lo cambiaríamos. Comenzó la fiesta (el combate). Obediencia y subordinación le enseñaron en la Escuela Militar.
“La obediencia del soldado”, llaman los alemanes.

De joven oficial lo destacaron a una región minera, donde era la envidia de sus camaradas de armas al haber conocido a la hija del dueño de la mina.

Quién como tú, llegas a un lugar y tienes tu propia mina.

Su padre empujándolo para casarse, su madre guardando un silencio sabio.

El abuelo le dio la respuesta: “Haz lo que te dicta tu corazón”.

Una vez se presentó al abuelo con su medalla al mejor tirador:

El abuelo: “te recomendé que tengas un perfil bajo, son pocos los buenos tiradores en este país, te harás visible”.

El año nuevo en una reunión familiar, donde se presentó con su uniforme y su madre le puso sus galones de oro de mayor expresando: “a tu abuelo le hubiera gustado darte este regalo”.

El fuego amigo de sus superiores, esos galones indican que no vas a ascender mucho. Se equivocaron, en muchos países cuando llegas a general te dan el símbolo de estrellas, en el Perú es el símbolo de soles, que viene del Inti (sol) del Imperio del Tahuantinsuyo.

Como oficial instructor dejó escuela en los futuros oficiales: “Un soldado tiene que estar preparado para ayudar. Eres un hombre, eres un soldado, compórtate como un hombre.Uno nunca traiciona sus ideales”.

Como comando participó en todos los frentes, lo cual le dio un prestigio con su personal.

Primeros en llegar, últimos en dejarte.

En un combate cuando la munición escaseaba le dio serenidad a la tropa: “Si está noche nos vamos a morir, no va a ser solos”.

Morir, cuantas veces había visto pasar la Pelona, la sin huesos, ahora estaba en la tercera edad, en la ancianidad, aunque su entrenamiento y el secreto del abuelo lo mantenía en forma.

En un entierro de un amigo, su camarada de armas Pancho (Francisco) le había dicho:
RR, nos estamos quedando solos.
RR reflexionaba si pudo cambiar parte de la Historia del Perú.

Si tenemos estos uniformes es para obedecer órdenes, le indicaban sus superiores. Esto viene porque lo que empezó con un gobierno democrático en 1990, en 1992 se transformó en una dictadura.

RR recordaba las frase de Churchill: “La Democracia es una forma terrible de gobierno, pero las otras, las otras son peores.

¡Qué tipo de hombre, es aquel que puede vender a sus hombres y a su patria! Un traidor siempre será un traidor.

Y en ese entonces, el asesor del dictador se había convertido en el gran poder detrás del poder.

Así que un grupo de oficiales iniciaron los preparativos para el retorno de la democracia, a RR no le agradaba los políticos aliados, mas se tenía que actuar.

Le hizo presente a su contacto, que podía tomar control de la región militar donde
estaba destacado, mas necesita que le comuniquen en el término de la distancia que el Dictador había sido apresado.

Dio dos consejos: mantener la seguridad en la operación y una vez iniciado que no den marcha atrás.

Algo que había aprendido era tener sus propias fuentes de información.

En el grupo de conspiradores había un traidor, mas lo que le llamó la atención es que un hermano comando que fue consultado para adherirse a la rebelión en lugar de guardar silencio, también los delató. Con todo en la fecha indicada, el dictador en lugar de ponerse al mando de sus tropas, huyó y se refugió en una Embajada, es su asesor quien mantiene la calma y conjura el peligro.

Era cuestión de salir con todo con la frase de Julio César: “La suerte está echada”.

RR al tomar conocimiento que se había debelado la rebelión indicó a sus oficiales: Se ha perdido el factor sorpresa, podemos tomar la capital, mas habrá muchos enfrentamientos.

El entrenamiento ha terminado.

RR guardó silencio y ellos también guardaron silencio.

En esos meses RR pensó que lo pasarían al retiro, mas al ser uno de los mejores oficiales operativos, no sucedió.

Algo que había aprendido en su carrera castrense, era dejar que su superior se lleve los méritos de su trabajo.

Desde cadete cuando lo hicieron pelear box con uno cuarto año y él le estaba ganando, los antiguos gritaban: “el perro te está ganando, así que lo que le íbamos hacer a él, te lo vamos hacer a ti”. Así que fingió un descuido, el otro pudo golpearlo en la cara y fingió un desmayo.

RR había llegado al máximo grado en el escalafón militar, y siguiendo el consejo del abuelo migró a otras tierras.

“Llega en silencio y sal en silencio”, le enseñaba aquel anciano europeo.

“¿Por qué dudas? toma tu barco, haz lo que tienes que hacer y regresa a casa, eso regresa a casa”.

RR ahora esperaba como aquellos guerreros cheroquis, llegar ante el Gran Manitú y decir:
“Hice lo que pude”.